31.5.10

El increible poder de la hormiga

¿Por qué siempre nos llamarán la atención las hormigas?

¿Porque están indefensas?
¿Porque tienen antenas?
¿Porque son negras y porque son feas?
¿O es porque apenas se les distingue el culo de la cara?

¿Por qué nos llamarán la atención?

¿Será porque están hechas del tamaño perfecto para quemarlas con una lupa?
¿Será porque cuando les quitas las patas, dan vueltas sobre sí mismas?
¿Será porque dan ganas de aplastarlas?
¿O es porque todos las hemos probado de pequeños para ver a qué sabían?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué nos llamarán tanto la atención?
¿Será porque no pueden chillar?
¿Será porque no pueden quejarse?
¿Será porque una gota de lluvia para ellas es un océano, y una piedra un muro infranqueable?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

¿Por qué siempre nos llamarán la atención las hormigas?








(Porque cuando ellas se juntan, el bosque tiembla.)
La pata lo hace, la gata lo hace y la mona lo hace.
Dime nena, ¿por qué tú no?

27.5.10

Descubrimientos

Leticia llegó ese día de la escuela con las manos manchadas de témpera y la tristeza pintada en la cara.
-¿Qué te pasa?- Le pregunté.
Ella no quiso contestarme. Hundió su cabeza en el asiento de atrás del coche y empezó a moquear.
-¿Te ocurrió algo en la escuela? ¿Te castigaron? ¿Te pegaste?
Ella no contestaba así que seguí haciendo preguntas tratando de entender qué había ocurrido. Ante mi tercer grado, sólo encontré hipidos como respuesta. Decidí parar el coche.
-Cuéntame qué te ocurrió-. No hubo respuesta. Su silencio era una pared inamovible. Traté de cambiar de táctica.
-¿Quieres una palmera de chocolate?- El muro empezó a ceder.
-Hoy, Marta-. Comenzó a decir-. Nos ha dicho a toda la clase que los reyes eran los padres-. Sus ojos se derrumbaron y la palmera pasó a un segundo plano.
-¿Es eso cierto Papá?- Preguntó. ¿Por qué nunca me lo dijiste?
En ese instante me hubiese gustado no haberla dicho nunca nada. Sentí que sobre mi mentira se escondían el resto de las mentiras del mundo. De poder vivir de nuevo, me hubiese gustado dejar que fuese el mundo, o cualquier otro, quien le descubriese por primera vez el terrible dolor que esconde el engaño.
Traté de hacerla comprender que todo lo que dije fue por hacerla feliz, pero ella no entendía ese tipo de lógica. ¿Cómo se puede hacer feliz a alguien contándole mentiras? Si he de ser sincero, yo tampoco veía dónde estaba el sentido en todo esto. Aún así, mis palabras se trabaron y sólo me salían frases como: crear ilusión, alargar la inocencia, seguir las tradiciones, o qué se yo.
-Lo siento-. Le dije al fin.
-¿Y entonces?- Preguntó-. ¿Papá Noel tampoco existe?
Negué con la cabeza.
-¿Y el ratoncito Pérez? ¿También es inventado?
Volví a mover la cabeza. Leticia tiró la servilleta manchada de chocolate y se quedó callada pensando. Yo no sabía qué decir. Y entonces ella volvió a preguntar.
- ¿Y Dios?


(Dedicado a Lucas)