19.6.09

El muro


Contarán las narraciones que en pleno desierto del Sinaí, los israelitas construyeron un muro para que los palestinos no pudieran pasar a su territorio. Un muro para separar a las personas. Los israelitas querían un muro como los de antaño pero con la tecnología de los tiempos de ahora. Así fue como se inventaron la autopista. La nueva carretera separó a las personas que a partir de ese momento, no pudieron cruzar. Cada coche constituía un ladrillo, y cada ladrillo podía venírsete encima. Era un muro de aire que día tras día y noche tras noche se iba perfeccionando. Porque cada día el número de coches aumentaba y con ellos aumentaba el muro. Con lo que no contaron, es que había un problema. Con la autopista también se separó a las abejas, que se habían quedado a un lado, y las flores, que habían quedado al otro. Los científicos estudiaron el caso. Necesitaban un sistema para polinizar las flores y esas eran las abejas. No había otra manera. No las podían traer porque sus colmenas estaban al otro lado, pero tampoco las podían dejar porque las plantas no se reproducirían. Finalmente, los científicos dieron con la solución. Construir un puente para que pasaran las abejas. Así fue como crearon un camino lleno de flores. Una senda de olores que indicase a las abejas el camino a seguir. Contarán las narraciones como las abejas miraban desde arriba a la gente que esperaba, paciente, su oportunidad de cruzar al otro lado.

Ilustración de Itziar San Vicente

1 comentario:

Itziar San Vicente dijo...

cada vez que lo leo me gusta más. sigue y no pares de escribir